Entre matrículas caras y clases saturadas: así sobrevive la universidad catalana
La falta de financiación y la falta de oferta académica tensionan gravemente el tejido universitario
El sistema universitario español, y especialmente el catalán, atraviesa un momento decisivo. Más allá de ser un motor clave para la sociedad y la economía, enfrenta desafíos estructurales y debates urgentes sobre financiación, oferta académica y gestión. Este reportaje analiza la situación actual, los problemas más acuciantes y las claves que marcarán el futuro.
Entre clases y cifras: la universidad catalana bajo presión
Catalunya es un espejo del sistema universitario español: diversa, potente y llena de contrastes. Con unos 126.000 estudiantes matriculados, sus universidades públicas, como la Autònoma de Barcelona o la Politècnica, junto con las privadas, forman un tejido dinámico pero tensionado.
El crecimiento del alumnado, sobre todo en másteres y universidades privadas, refleja un sistema en constante transformación. Sin embargo, las áreas STEM (ciencia, tecnología e ingeniería) siguen mostrando un déficit de presencia femenina, un problema que limita la innovación y el desarrollo económico.
Además, las universidades públicas enfrentan un gran reto: adaptar la oferta educativa a la demanda real. Ingenierías, salud y otras titulaciones muy solicitadas no siempre pueden absorber a todos los estudiantes interesados, mientras que la burocracia y los recortes dificultan la flexibilidad. Como resultado, muchos jóvenes optan por la universidad privada, más ágil para ofrecer cursos y horarios adaptados a la realidad del mercado.
¿Por qué estudiar en Catalunya es tan caro?
Uno de los temas más debatidos es la financiación universitaria. Catalunya es una de las comunidades con menor inversión pública por estudiante, alrededor de 5.600 euros al año, casi la mitad que regiones como Navarra o el País Vasco. A esto se suma que las tasas públicas se sitúan entre las más altas del país, generando una carga económica importante para las familias.
En el conjunto de España, la situación tampoco es mucho mejor: se invierten unos 15.600 dólares por estudiante, un 23,6% menos que la media de la OCDE y la UE, y la proporción de gasto público en educación superior apenas llega al 67% del total que se destina en educación, una cifra notablemente más baja que el promedio europeo. Esto significa que gran parte de la financiación recae directamente sobre los estudiantes y sus familias, que deben pagar parte del gasto universitario.
La LOSU de 2023 fija un objetivo ambicioso: aumentar la financiación pública hasta el 1% del PIB en 2030. Pero la ejecución depende de las comunidades autónomas, que muestran desigualdades y tensiones presupuestarias. Catalunya es uno de los lugares donde estas tensiones se perciben con más fuerza y que no se aprueben presupuestos lo hace todavía más complicado.
Profesores que enseñan, pero también luchan
El profesorado universitario en Catalunya y España enfrenta varios desafíos. Por un lado, existe un envejecimiento notable en las plantillas; por otro, cierta precarización laboral afecta a sectores concretos. Las universidades privadas suelen contar con profesorado más joven y estable, mientras que las públicas deben lidiar con alta temporalidad y bajas tasas de renovación.
La brecha de género es otro problema estructural. Aunque las mujeres son mayoría en grados y máster, su representación en cátedras y áreas técnicas sigue siendo baja. Además, la endogamia académica, donde muchos docentes permanecen en la universidad donde estudiaron, limita la diversidad de ideas y la innovación educativa. Generando así, grandes cámaras de eco dentro de las facultades.
De la investigación al mercado: el reto de transformar el conocimiento
Catalunya destaca en producción científica y colaboración con empresas, con universidades a la vanguardia. Sin embargo, la transferencia tecnológica, las patentes y la colaboración empresarial todavía están por debajo de las expectativas para un sistema competitivo y sostenible. Hay mucho potencial, pero la ruta hacia un ecosistema plenamente innovador sigue siendo un trabajo pendiente.
Mirando al futuro: qué necesita la universidad
El futuro del sistema universitario catalán y español depende de tomar decisiones estratégicas. Entre los retos clave destacan:
- Aumentar la financiación pública para garantizar calidad educativa y reducir la carga económica de las familias.
- Modernizar y flexibilizar la oferta académica, adaptándola a las demandas del mercado laboral y de los estudiantes.
- Rejuvenecer y estabilizar el profesorado, promoviendo igualdad y diversidad.
- Impulsar la colaboración universidad-empresa para transformar el conocimiento en desarrollo económico real.
- Fomentar un acceso más equitativo, potenciando la movilidad y eliminando barreras sociales al ingreso universitario.
Catalunya, con su potencial y sus dificultades, sirve de espejo para toda España. Cada decisión que se tome condicionará no solo el futuro de miles de estudiantes y docentes, sino también el desarrollo social y económico del país durante las próximas décadas.
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